Indice página anterior página siguiente
3.6.2 La vida de Homo antecessor

Para conocer el tipo de vida de los primeros pobladores europeos, también recurrimos a la Gran Dolina, donde los restos fósiles de animales y plantas nos darán una idea de su ecosistema, pero también nos informa de una práctica poco corriente, o mejor dicho, poco corriente entre los humanos no modernos: el canibalismo.

El proceso habitual desde que un organismo muere, de forma natural o fruto de un acto violento por un depredador, es una cadena que comienza con el consumo de las partes blandas del individuo acompañado de desmembramiento y transporte de las diferentes partes esqueléticas. A continuación sigue la destrucción de las partes más duras (para acceder al energético tuétano) a las que solamente contados agentes tienen acceso: las hienas con la ayuda de sus poderosos premolares, o los quebrantahuesos despeñándolos desde el aire para astillar las diáfisis y finalmente los homínidos con la ayuda de utensilios líticos. Otros agentes como los microorganismos sapróvoros, el viento o la lluvia, terminan el trabajo de eliminación del cadáver. Tras tan larga cadena destructiva se podría pensar que es imposible que sobreviva ningún fragmento y menos aún que fosilice y llegue hasta nosotros. Puesto que no es así, hay que considerar que el conjunto de circunstancias que deben darse para que un resto llegue a fosilizar son especiales y únicas. Así ha sido en el caso de Gran Dolina, principalmente porque se trata de una cueva donde las condiciones se mantienen constantes o con mínimas alteraciones que ayudan a preservar los restos. Es habitual que las hienas, por ejemplo, transporten hasta sus cubiles en cuevas una parte de su presa (como una pata) aunque acarrear un homínido completo resulta algo increible, y aún más seis homínidos. Para que se haya producido la fosilización de más de 80 restos fósiles de seis humanos de distintas edades, las circunstancias debieron salirse de lo habitual: una práctica de canibalismo, y este hecho nos convierte en afortunados.

Estos restos humanos aparecen mezclados con otros de animales (tanto herbívoros como carnívoros), todos con marcas de corte realizadas por cuchillos de piedra (y no por mordeduras). Estas marcas de descuartizamiento son del mismo tipo en todos los huesos, las que provocaría un profesional carnicero que conoce bien en qué puntos debe aplicar el corte para separar el músculo con mayor facilidad, como vemos en la figura 5.3.10.

Figura 5.3.10 Estas marcas de corte producidas por un útil de piedra en este hueso humano de la cara son similares a las que provocaría un profesional carnicero que conoce bien en qué puntos debe aplicar el corte para separar el músculo con mayor facilidad.

Es decir, los homínidos que consumieron a esos seis humanos, no hicieron distinción alguna en cuanto al tratamiento de su comida. Así queda descartado el canibalismo ritual y lo más probable es que sencillamente saciaran su hambre: esto se denomina "canibalismo gastronómico".

volver al principio de página

Figura 5.3.11 Los restos fósiles de al menos 6 individuos encontrados en el nivel 6 de la Gran Dolina (Atapuerca) fueron consumidos por otros seres humanos. Ilustración de Mauricio Antón/MSF.

Su tipo de vida también queda reflejado conociendo su ecosistema. Es evidente que no existe un único nicho para toda Europa y además el último millón de años se ha caraterizado por sucesivas oscilaciones climáticas. Estos primeros homínidos se tuvieron que enfrentar a diferentes momentos críticos en su dispersión por Europa desde su entrada hace más de 1 millón de años. No obstante, podemos describir al menos el ecosistema en el que vivía el Homo antecessor de la Gran Dolina.

En el estrato Aurora de TD6 donde se hallaron los fósiles humanos, se registra una variación de las condiciones climáticas desde más xéricas hacia más húmedas. Además están presentes ciertos taxones típicamente termomediterráneos como algarrobo, alméz, olivo, lentisco, pistacho y labiérnago, que nos indican unas características climáticas más bien cálidas con algo de humedad.

La fauna que acompaña a los homínidos de TD6 es muy similar a la que se encuentra en cualquier otro lugar de Europa en ese momento: elefante, hiena, rinoceronte, zorro, caballo, lobo, lince, ciervo, oso, gamo, armiño, corzo, bisonte, ciervo gigante, jabalí, jaguar y tigre dientes de sable. Este tipo de asociación no se encuentra en ningún ecosistema actual. Aparecen mezclados animales que aún persisten en los bosques europeos, con otros actualmente limitados al continente africano. Además hay un taxón cuyo descendiente sólo vive hoy en América, el jaguar, y otro ya extinguido en el planeta, el tigre dientes de sable. Estos animales nos dan una idea de lo que cazaban estos seres humanos y también de con quién competían por sus presas. Probablemente no sólo con los tigres dientes de sable y los jaguares sino con grupos de hienas.

La población de Homo antecessor europea continúa su evolución y da origen a una nueva especie: Homo heidelbergensis.

Ésta es una de las especies humanas fósiles que mejor conocemos dado que está presente en diversos puntos de Europa. Sin embargo, a pesar de esta relativa abundancia, es gracias a un yacimiento, La Sima de los Huesos (en Atapuerca), por lo que hoy conocemos bien a estos homínidos del Pleistoceno medio.

Indice página anterior página siguiente volver al principio de página